Fotógrafo
Iller Bedogni
TANGO
El protagonista indiscutible de esta historia es el Tango, expresión sencilla del alma de Buenos Aires. Quise, en el título, resumir con una palabra el acercamiento a lo que no es sólo un arte de la música, del cuerpo, sino una verdadera emoción. Una emoción de la gente, de ésa que, cuando cae la tarde, escucha las voces del tiempo, y deja que los sentimientos, a través del cuerpo, se conviertan en Tango. En las calles de Boca, de San Telmo, de Pompeya… donde se dice que nació el Tango, conocí a estas personas, escuché sus historias llenas de pasión, y a través de estas fotografías intenté contarlas.
A todos ellos un abrazo.
Iller Bedogni
Recopilación:
TANGO
El protagonista indiscutible de esta historia es el Tango, expresión sencilla del alma de Buenos Aires. Quise, en el título, resumir con una palabra el acercamiento a lo que no es sólo un arte de la música, del cuerpo, sino una verdadera emoción. Una emoción de la gente, de ésa que, cuando cae la tarde, escucha las voces del tiempo, y deja que los sentimientos, a través del cuerpo, se conviertan en Tango. En las calles de Boca, de San Telmo, de Pompeya… donde se dice que nació el Tango, conocí a estas personas, escuché sus historias llenas de pasión, y a través de estas fotografías intenté contarlas. A todos ellos un abrazo.
Iller Bedogni
Prologo
Siempre hemos sostenido, y no somos los únicos, que el tango es algo más que una música, una danza y una canción. Que configura un verdadero universo que nace de esas vertientes, y sabe esconder y anidar insospechados territorios donde confluyen pasiones, sentimientos, historias, y hasta misteriosos habitantes que incluyen duendes y fantasmas de tiempos que fueron.
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Es entonces cuando tomamos conciencia de lo difícil que debe ser captar desde la lente de una máquina de fotografía, retazos de esos territorios envueltos en la atmósfera de ese universo y dejarlos plasmados en la imagen. Tan difícil y azarosa tarea como que sólo puede ser llevada a cabo por un artista, único ser dotado de los dones necesarios para abordar tan singular propósito. Iller Bedogni lo ha logrado, ha hallado la clave justa, la manera de atrapar esos breves pero reales misterios. Ha recorrido los lugares donde esos paisajes existen, y donde esos duendes habitan o transitan. La clave, tal vez la haya encontrado a través del amor hacia lo que buscaba, con una sabia capacidad de aproximación sensorial alimentada de intuición y manejo de su oficio. Con esa actitud llegó a la ciudad que fue cuna y fragua de ese tango: Buenos Aires. Allí supo acercarse a los rincones inaugurales de esa pasión a la que un pueblo (surgido de un fecundo crisol) le dio vida con su fuego creador. Y así recorrió sus mitológicos barrios: Pompeya, La Boca, San Telmo, el Abasto; la imbatible figura de un Gardel que regresa en el bronce y en el canto. Lugares donde aún aletean aquellos duendes
que brotan desde sus rincones más íntimos, donde una historia de pasiones con vocación de epopeyas se empeña en resistir al tiempo implacable. Boliches que guardan entre sus paredes atmósferas y nieblas que nunca terminan de esfumarse, como el Bar El Chino, o los que se asoman a los alrededores de la Plaza Dorrego; lugares que no sólo parecen sino que fueron arrancados de una canción, como la calle Caminito; bailarines que se abrazan y balancean en rituales ceremonias “cayengues”; objetos, cuadros, pinturas, y personajes que parecen venir de otras vidas y ser más que nunca de ésta; monumentos donde los mitos se corporizan hasta más allá de nuestra capacidad de proyectar en el
tiempo o de rescatar la memoria.
Todos estos retazos de este vasto y singular cosmos, los ha sabido apresar Iller Bedogni. Y los ha dejado plasmados en su fotografía para que podamos apreciarlos, y seamos capaces de disfrutarlos.
Hector Negro
Junio de 2002
Periodista, poeta, miembro de la Academia Nacional del Tango de Buenos Aires
el tango
Argentina tiene dos himnos nacionales: el oficial, que se canta en las ceremonias, y “Mi Buenos Aires Querido”, un tango. Se trata de la música popular más auténtica del país, que ha hecho famosa a Argentina en todo el mundo.
Cómo surgió:
Su historia comenzó en el siglo XIX. En aquella época, comenzaron a llegar grandes oleadas de inmigrantes europeos a toda la región del Río de la Plata, tanto a Uruguay como a Argentina; un hecho que coincidió con el regreso de los soldados veteranos de las guerras civiles, que duraron cincuenta años, y comenzaron inmediatamente después de la independencia de España. Estos últimos llegados, junto a italianos, españoles, europeos del este y judíos, se fusionaron con la población local, que ya era una mezcla de españoles, africanos e indígenas americanos. Cada uno de estos grupos trajo sus propios conocimientos musicales, y en aquel ambiente turbulento, fundamentalmente masculino, los ritmos descendientes del candombe (música que llegó con los esclavos africanos) se mezclaron con melodías del sur de Italia, Andalucía, la música folclórica argentina, y la milonga (canción tradicional gaucha).
En algún momento de la década de 1880, todos estos elementos culturales se combinaron para crear algo nuevo y tremendamente bello: el tango.
Música nocturna:
Cuándo y dónde surgió exactamente son dos cuestiones que siguen siendo misteriosas y controvertidas, pero lo que es seguro es que el inicio del tango no tuvo lugar en círculos refinados. En aquella época, el lugar de encuentro más importante para la clase trabajadora era el burdel, considerado prácticamente el único centro cultural de la ciudad. En sus salones, los músicos tocaban y cantaban letras sugerentes, y a menudo obscenas, lo que dio al tango su fama de escabroso.
Erótica, apasionada, melancólica, extasía no sólo el cuerpo sino también el alma.
Bailado inicialmente por chulos y prostitutas, supo seducir al imaginario popular durante cien años, antes de convertirse en un culto internacional a finales del siglo XX.